domingo, 21 de junio de 2009

Hay una confinada en la calle


Al tema de la prisión, posiblemente estas letras no le hacen justicia. Ese tipo de presidio, en el que te enloquece una pregunta ¿Qué fue lo que hice para merecer tan vil castigo? Y recordé a Pilar. Confinada a una celda pidiendo permiso para moverse, comer, dormir o salir por el polvoriento y solitario camino en el que tientas camina.
Sus cabellos también viven un presidio, el del abandono. Se han convertido en raíces blancas que rozan sus hombros, hilachas opacas y desteñidas.

Sus hombros caídos en señal de derrota, tratan de sujetar a un cuerpo y unos senos distorsionados sobre un vientre inflamado.

Sus manos, manos de artista, que una vez esculpieron los más bellos rostros y contornos.
Hoy, fantasmas del ayer que merodean por las verjas de La Complutense en Madrid.
Su verdugo en pie de lucha, la apuñala con palabras, y con su puño la hostiga. Viejas costumbres de su natal Siria. Ella, indefensa, enmudeció de rodillas. Sus sollozos son el eco de la calle. No se percibe libre, ni desea ser la primera, segunda y tercera persona en su casa. El miedo a la soledad y al silencio la amordaza. Soy testigo, vive en la celda número 27, a dos puertas de mi casa.



© bdj Rosario, 2009

2 comentarios:

  1. Brutal y mas leida por ti
    Te felicito tremendo escrito

    Abrazos
    ondina

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  2. Es aterradoor el pensar que Pilar, como muchas de estas víctimas, jamás podrá liberarse, y que no hay nada que podamos hacer. Gracias por escribirlo Betsy, es la única forma de crear conciencia.

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