Hay una confinada en la calle
Al tema de la prisión, posiblemente estas letras no le hacen justicia. Ese tipo de presidio, en el que te enloquece una pregunta ¿Qué fue lo que hice para merecer tan vil castigo? Y recordé a Pilar. Confinada a una celda pidiendo permiso para moverse, comer, dormir o salir por el polvoriento y solitario camino en el que tientas camina.
Sus cabellos también viven un presidio, el del abandono. Se han convertido en raíces blancas que rozan sus hombros, hilachas opacas y desteñidas.
Sus hombros caídos en señal de derrota, tratan de sujetar a un cuerpo y unos senos distorsionados sobre un vientre inflamado.
Sus manos, manos de artista, que una vez esculpieron los más bellos rostros y contornos.
Hoy, fantasmas del ayer que merodean por las verjas de La Complutense en Madrid.
Su verdugo en pie de lucha, la apuñala con palabras, y con su puño la hostiga. Viejas costumbres de su natal Siria. Ella, indefensa, enmudeció de rodillas. Sus sollozos son el eco de la calle. No se percibe libre, ni desea ser la primera, segunda y tercera persona en su casa. El miedo a la soledad y al silencio la amordaza. Soy testigo, vive en la celda número 27, a dos puertas de mi casa.
© bdj Rosario, 2009
domingo, 21 de junio de 2009
sábado, 13 de junio de 2009
Una Mujer Imperfecta
Una Mujer Imperfecta
Se puso de pie la escritora
Y se despojó de su sandalia
Su otro pie estaba al desnudo
Se presentó como era,
Imperfecta
Sin avergonzarse de nada
Caminó sobre sus escritos
Que como brasa, quemaba
Era un lunes
Y se convirtió en domingo
Ya nadie la juzgaría
Solo querían tocarla
Para poder ser, perfectos.
©betsydjrosario, 2009
Se puso de pie la escritora
Y se despojó de su sandalia
Su otro pie estaba al desnudo
Se presentó como era,
Imperfecta
Sin avergonzarse de nada
Caminó sobre sus escritos
Que como brasa, quemaba
Era un lunes
Y se convirtió en domingo
Ya nadie la juzgaría
Solo querían tocarla
Para poder ser, perfectos.
©betsydjrosario, 2009
Las Palabras Cantan
Cantan las Palabras
Palabras que cantan
Zumbido adormecedor
Que recorre los bosques
Oceánicos de Nipón.
Se esconden entre las algas
Y arrecifes gigantes
Duermen por años sin que un escritor las encuentre,
Se apiadan
A veces de su mente
Cuando por un descuido resbalan
Y caen en sus profundas aguas
Mares que se abrazan
Y se entrelazan
Comas, puntos y silencios
Hay muerte de aquellos que se sumergen
Y no respiran profundo
Embelesados
Ante la riqueza de palabras,
Y el espejismo de las algas
Vale la pena morir sobre el tesoro de palabras
Sin develar su secreto
Ni el verbo, ni el adjetivo o sustantivo
Del escrito de su muerte.
© Betsydjrosario, 2009
Palabras que cantan
Zumbido adormecedor
Que recorre los bosques
Oceánicos de Nipón.
Se esconden entre las algas
Y arrecifes gigantes
Duermen por años sin que un escritor las encuentre,
Se apiadan
A veces de su mente
Cuando por un descuido resbalan
Y caen en sus profundas aguas
Mares que se abrazan
Y se entrelazan
Comas, puntos y silencios
Hay muerte de aquellos que se sumergen
Y no respiran profundo
Embelesados
Ante la riqueza de palabras,
Y el espejismo de las algas
Vale la pena morir sobre el tesoro de palabras
Sin develar su secreto
Ni el verbo, ni el adjetivo o sustantivo
Del escrito de su muerte.
© Betsydjrosario, 2009
martes, 12 de mayo de 2009
The Lost Boys of Sudan
The Lost Boys of Sudan
Horror, que el horror me abate
Pues es tanta la miseria
Que está arropando la tierra
Desde Darfur hasta el Condo
Siendo las más afectadas
Las nuevas generaciones
Los niños y las mujeres
Hay historias de terror
De los niños de Sudan
Que tras la guerra civil
Huyeron de su cuidad
Por unos largos tres meses
Estuvieron caminando
Sin comida, ni zapatos
Solo llevaban los libros
Para seguir estudiando
Joseph, era el mayor, solo tenía once años
El se convirtió en su líder
Los niños, en su rebaño
Durante la travesía, iban perdiendo sus vidas
Su inocencia, su familia, su niñez
Nunca perdieron la fe
Fue su arma ponderosa
La que les ayudó a vencer el hambre, el miedo
Y miles, de otras cosas
Hoy, muchos de ellos se encuentran
En otras tierras extrañas
Estudiando y trabajando
Para poder regresar a su tierra
A su hogar, y que no sean llamados
The lost boys of Sudan.
©Bdj Rosario, 2002
Horror, que el horror me abate
Pues es tanta la miseria
Que está arropando la tierra
Desde Darfur hasta el Condo
Siendo las más afectadas
Las nuevas generaciones
Los niños y las mujeres
Hay historias de terror
De los niños de Sudan
Que tras la guerra civil
Huyeron de su cuidad
Por unos largos tres meses
Estuvieron caminando
Sin comida, ni zapatos
Solo llevaban los libros
Para seguir estudiando
Joseph, era el mayor, solo tenía once años
El se convirtió en su líder
Los niños, en su rebaño
Durante la travesía, iban perdiendo sus vidas
Su inocencia, su familia, su niñez
Nunca perdieron la fe
Fue su arma ponderosa
La que les ayudó a vencer el hambre, el miedo
Y miles, de otras cosas
Hoy, muchos de ellos se encuentran
En otras tierras extrañas
Estudiando y trabajando
Para poder regresar a su tierra
A su hogar, y que no sean llamados
The lost boys of Sudan.
©Bdj Rosario, 2002
domingo, 10 de mayo de 2009
Para Olvidar
Para olvidar
Para olvidar yo cuento y vacío la memoria
De las telarañas del tiempo, abriendo la cajita
Guardada en algún rincón
En donde se batía con el miedo
Regreso aquel momento, sentada ante el terror
Y presiento, que era yo, y otros conmigo
Agarrados a un ombligo para calmar el dolor
El tiempo, testigo de aquel ayer
Y mi memoria atrevida también recuerda
El horror, y hasta los gritos que callaron la discordia
Sombras de antaño caminan en silencio
Dejando un sabor a destierro
El que me marcó y me confinó a este momento
A recordar, a soñar
Y para olvidar,
Yo cuento.
© bdj Rosario, 2007
Para olvidar yo cuento y vacío la memoria
De las telarañas del tiempo, abriendo la cajita
Guardada en algún rincón
En donde se batía con el miedo
Regreso aquel momento, sentada ante el terror
Y presiento, que era yo, y otros conmigo
Agarrados a un ombligo para calmar el dolor
El tiempo, testigo de aquel ayer
Y mi memoria atrevida también recuerda
El horror, y hasta los gritos que callaron la discordia
Sombras de antaño caminan en silencio
Dejando un sabor a destierro
El que me marcó y me confinó a este momento
A recordar, a soñar
Y para olvidar,
Yo cuento.
© bdj Rosario, 2007
domingo, 19 de abril de 2009
Solo se siente, pero no se sabe
Solo se siente, pero no se sabe
No sabía que tenia tres años, era la época buena, de jugar al esconder, correr caballos y dormir la siesta. Bella época en la que caminaba agarrada de la mano de su madre y de su hermano, un año mayor que ella. También fue una época fugaz, pues un día algo los hizo ser grandes y, los soltó de las manos. Dicen que fue un día soleado a fines del mes de Mayo. Mientras jugaba vió como un cuerpo caía al suelo y otro cuerpo le siguió, azotando el pavimento que quemaba por el sol del medio día. Los gritos de la niña se elevaron al cielo despertando varios Ángeles que todavía dormían. Sus ojitos tropezaron con un gran escalón en donde se sentó a la espera, mientras los cuerpos eran llevados, sabe Dios a donde. Su hermanito le agarro las manos tratando de consolarla y contó sus deditos para saber cuanto le faltaba para ser grandes, pero ya eran grandes, sin saberlo.
Luego de varios años supo que aquellos cuerpos eran los de sus padres, pues a esa tierna edad solo se siente, pero no se sabe. No recuerda el por que de la discusión ni tampoco recuerda los tiros. El vago recuerdo de un extraño dolor le penetró sus sienes y, le corrió por el cuerpo tocándole el corazón. Fueron segundos de dolor que ha recordado por vida y le traen a la memoria esa soleada mañana en que supo que existía. La que la marcó y le abrió una cicatriz que lleva bajo su sombra. Ese día gris que la hizo crecer de golpe, y que desde entonces lleva el control de su vida.
© Bdj Rosario
Enero 2006
No sabía que tenia tres años, era la época buena, de jugar al esconder, correr caballos y dormir la siesta. Bella época en la que caminaba agarrada de la mano de su madre y de su hermano, un año mayor que ella. También fue una época fugaz, pues un día algo los hizo ser grandes y, los soltó de las manos. Dicen que fue un día soleado a fines del mes de Mayo. Mientras jugaba vió como un cuerpo caía al suelo y otro cuerpo le siguió, azotando el pavimento que quemaba por el sol del medio día. Los gritos de la niña se elevaron al cielo despertando varios Ángeles que todavía dormían. Sus ojitos tropezaron con un gran escalón en donde se sentó a la espera, mientras los cuerpos eran llevados, sabe Dios a donde. Su hermanito le agarro las manos tratando de consolarla y contó sus deditos para saber cuanto le faltaba para ser grandes, pero ya eran grandes, sin saberlo.
Luego de varios años supo que aquellos cuerpos eran los de sus padres, pues a esa tierna edad solo se siente, pero no se sabe. No recuerda el por que de la discusión ni tampoco recuerda los tiros. El vago recuerdo de un extraño dolor le penetró sus sienes y, le corrió por el cuerpo tocándole el corazón. Fueron segundos de dolor que ha recordado por vida y le traen a la memoria esa soleada mañana en que supo que existía. La que la marcó y le abrió una cicatriz que lleva bajo su sombra. Ese día gris que la hizo crecer de golpe, y que desde entonces lleva el control de su vida.
© Bdj Rosario
Enero 2006
Etiquetas:
escritos de la infancia
martes, 14 de abril de 2009
Buscando el Yo
Buscando el Yo
Una vez leí un libro sobre arte y cordura . En la introducción el autor explicaba la razón por la cual escribió el libro y aseguraba a quienes lo leyeran, encontrarían su verdadero yo, en algún capítulo, en la entre línea, en un signo de pregunta o, en un punto y coma. Allí estaría su verdadero yo, haciéndole morisquetas, mirándole fijamente, tratando de lograr una reacción o un cambio a lector (a)
Me entregué a la lectura del libro, preguntándome en que capítulo tropezaría con mi verdadero yo. ¿ Y si no lo reconozco ? Y si mi yo no está definido y no se encuentra ni en este libro ni en veinte libros que lea. Comencé por el primer capitulo, hablaba sobre el arte, me sentí muy cómoda con el tema, como si estuviera cerca de mi yo, pues el arte siempre me gustó, aunque no domino ninguna destreza del arte, en la que pudiera dejar mis huellas. Pero algo me agarró en este capítulo y tuve la idea de comprar un canvas, tintas acrílicas, pinceles y comenzar la travesía por el Atlántico del arte. Pero el deseo me duró un minuto. Las tintas y, los pinceles, me parecían muy complicados para lo simple que imagino, mi yo. Así que salté varias páginas del libro para buscar áreas mas llanas pues a esa altura sentí vértigo.
El capítulo de la cordura comenzó con la definición; Cordura: Prudencia, juicio; Buen discernimiento, moderación. Después de leer la definición de cordura, Volví a recordar el capitulo sobre el arte, dándole vueltas a la idea de pintar, me vi pintando en días soleados y tuve la sensación de olor a playa. Entonces recordé lo que me pasó cuando estaba leyendo La Divina Comedia de Dante Aliguieri. Una vez leí la primera parte sobre el infierno no me pude concentrar en los capítulos del purgatorio ni del cielo. De hecho, no los recuerdo. Así que cerré el libro hasta digerir bien el primer capítulo, no vaya ser que le pase por encima a mi yo, y no lo reconozca. Por varios meses me olvidé del libro, pero un dia de limpieza profunda en mi casa, lo encontré. Le quité el polvo y comencé a leer. Les confieso, que aun no encuentro mi verdadero yo, pero desde entonces cuando leo un libro, comienzo, por el final.
© Betsy dj Rosario
Junio 10, 2007
Una vez leí un libro sobre arte y cordura . En la introducción el autor explicaba la razón por la cual escribió el libro y aseguraba a quienes lo leyeran, encontrarían su verdadero yo, en algún capítulo, en la entre línea, en un signo de pregunta o, en un punto y coma. Allí estaría su verdadero yo, haciéndole morisquetas, mirándole fijamente, tratando de lograr una reacción o un cambio a lector (a)
Me entregué a la lectura del libro, preguntándome en que capítulo tropezaría con mi verdadero yo. ¿ Y si no lo reconozco ? Y si mi yo no está definido y no se encuentra ni en este libro ni en veinte libros que lea. Comencé por el primer capitulo, hablaba sobre el arte, me sentí muy cómoda con el tema, como si estuviera cerca de mi yo, pues el arte siempre me gustó, aunque no domino ninguna destreza del arte, en la que pudiera dejar mis huellas. Pero algo me agarró en este capítulo y tuve la idea de comprar un canvas, tintas acrílicas, pinceles y comenzar la travesía por el Atlántico del arte. Pero el deseo me duró un minuto. Las tintas y, los pinceles, me parecían muy complicados para lo simple que imagino, mi yo. Así que salté varias páginas del libro para buscar áreas mas llanas pues a esa altura sentí vértigo.
El capítulo de la cordura comenzó con la definición; Cordura: Prudencia, juicio; Buen discernimiento, moderación. Después de leer la definición de cordura, Volví a recordar el capitulo sobre el arte, dándole vueltas a la idea de pintar, me vi pintando en días soleados y tuve la sensación de olor a playa. Entonces recordé lo que me pasó cuando estaba leyendo La Divina Comedia de Dante Aliguieri. Una vez leí la primera parte sobre el infierno no me pude concentrar en los capítulos del purgatorio ni del cielo. De hecho, no los recuerdo. Así que cerré el libro hasta digerir bien el primer capítulo, no vaya ser que le pase por encima a mi yo, y no lo reconozca. Por varios meses me olvidé del libro, pero un dia de limpieza profunda en mi casa, lo encontré. Le quité el polvo y comencé a leer. Les confieso, que aun no encuentro mi verdadero yo, pero desde entonces cuando leo un libro, comienzo, por el final.
© Betsy dj Rosario
Junio 10, 2007
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